Mi abuelo

Una tarde de julio, a sus ochenta y cinco años, mientras fuma un cigarro en patio trasero de la casa, me dice mi abuelo que él ya va en picada. “¿Y qué le voy a hacer? ¿Para qué ir en contra de lo irremediable? Si así ha de ser, que sea… La edad es caraja”.

Nos quedamos callados, contemplando el cielo y los árboles.

Los árboles fueron podados totalmente hace poco más de un año. Sólo quedó el tronco. Creíamos que así se quedarían. Yermos. Un par de maderos gigantescos sin color y sin gracia. Sin embargo han vuelto a florecer. Un tupido follaje verde y lila adorna nuevamente a las jacarandas.

Lo comentamos. Me dice: “Así es la vida… busca hasta el último camino para manifestarse. No se rinde. Encuentra la forma…”

--